lunes, 14 de noviembre de 2011

Leonardo Da Vinci (1452-1519)

Uno de los  grandes exponentes del Renacimiento fue sin ninguna duda  Leonardo Da Vinci, pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y científico. Personaje que se destacaba por su profunda pasión por el conocimiento y la investigación. Innovador en el campo de la pintura dando lugar a la evolución del arte italiano durante mas de un siglo después de su muerte. Por otra parte, también se destacó en el campo de la ciencia, sus investigaciones en las áreas de anatomía, óptica e hidráulica, anticiparon muchos avances de la ciencia moderna.

 Leonardo Di Ser Piero da Vinci, hijo natural e ilegitimo de Ser Piero da Vinci, nació el 15 de abril de 1452, en una casa de Anchiano, a tres kilómetros del pueblo toscano de Vinci.  Fue criado en la casa de su abuelo paterno y Ser Piero arregló que la madre, una campesina llamada Caterina, se casara con un aldeano vecino, mientras que él se casó con otra mujer. Tanto Leonardo como su padre se mudaron a Florencia, donde a los 15 años, su padre lo envió como aprendiz al taller de Andrea del Verrocchio, donde cultivaría su apasionada preocupación por la calidad y su interés en expresar la movilidad vital de la figura humana. En esta etapa de su formación, el joven también estudió la anatomía humana, participando en la disección de cadáveres de criminales en la facultad médica. A su vez, todo esto le permitió conocer las proporciones físicas de las personas, logrando figuras de asombrosa exactitud al representar la figura humana (cuyo "ideal" siempre buscó).   Finalizada la etapa de su formación, Leonardo formó parte del gremio de pintores de Florencia. A los 20 años ya era maestro independiente, interesándose mucho por descubrir nuevas técnicas para trabajar al óleo. Su reputación crecía y los encargos aumentaban. Se dice que su talento era tal, que Verocchio decidió ya no pintar más.
 
A la edad de 30 años, movido por la búsqueda de nuevos retos y mejores ingresos, se trasladó a Milán, donde entro al servicio de Ludovico Sforza, duque de Milán y embajador de Florencia. Leonardo había escrito una carta al duque en la que ofrecía sus servicios como pintor, escultor y arquitecto, además de ingeniero, inventor e hidráulico. Afirmaba que podía construir puentes portátiles, que conocía las técnicas para realizar bombardeos, construir barcos y vehículos acorazados, cañones, catapultas y otras máquinas de guerra.  
Así, permaneció durante 17 años en esa ciudad, trabajando en proyectos de todo tipo, tanto artísticos como científicos, en los que el deseo de experimentar era su principal objetivo. Las principales preocupaciones de Da Vinci se centraban en las leyes de movimiento y propulsión. Sus esfuerzos estaban depositados en el estudio de la ingeniería militar donde desarrollo métodos para disparar catapultas y desviar ríos, sirviendo al Duque como ingeniero y arquitecto en sus numerosas empresas militares. Incluso también fue músico y organizador de fiestas, inventando ingeniosos mecanismos para los espectáculos teatrales, torneos y festivales del Duque.  

Sin embargo, esta dedicación hacia el duque, no le impedía realizar ocasionales encargos artísticos para Florencia, que frecuentemente dejaba sin terminar, ya que lo absorbían sus múltiples intereses. Estudió a Euclides con el matemático italiano Luca Pacioli y lo ayudó en su célebre obra "La Divina Proporción". También empezó a explorar los principios del vuelo humano y continuó sus estudios de anatomía.  

Su obra más importante del periodo milanés son las dos versiones de la "Virgen de las Rocas", donde aplica el esquema de composición triangular que encierra a la Virgen, el Niño, San Juan y el Ángel, y por otro lado, utiliza por primera vez la técnica del sfumato.  




 A su vez, durante dos años trabajó en su obra maestra "La Última Cena", pintura mural para el refectorio del monasterio de Santa Maria delle Grazie, en la que recrea un tema tradicional de manera completamente nueva. En lugar de mostrar a los doce Apóstoles aislados, los presenta agrupados de tres en tres, dentro de una dinámica composición.  Sin embargo, su empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro tres años después. 




 Ante la invasión de Milán por las tropas de Francia, Da Vinci regresa a Florencia y comienza a desempeñarse como ingeniero militar. No obstante, también continuó sus estudios en anatomía realizando múltiples disecciones, mejorando y perfeccionándose. Luego,  viajó un año a Roma y entró al servicio de César Borgia, hijo del Papa Alejandro Sexto. En este lugar  realizo trabajos como arquitecto e ingeniero mayor de Borgia. En este sentido,  Leonardo supervisó las obras en las fortalezas de los territorios papales del centro de Italia, viajó con su ejército.

A su vez, fue miembro de la comisión de artistas encargados de decidir sobre el adecuado emplazamiento del David de Miguel Ángel en Florencia. Además ejerció como ingeniero en la guerra de esta ciudad contra Pisa y conoció a Maquiavelo, autor de "El Príncipe", quien lo ayudó a conseguir el encargo de pintar "La Batalla de Anghiani".  

Durante su segundo periodo florentino, pintó varios retratos, pero el único que se ha conservado es el de la "Mona Lisa", el más famoso de toda la historia de la pintura, también conocido como "La Gioconda". Esta pintura recibe esta denominación al identificarse a la modelo del retrato como Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giocondo. Sin embargo, se han construido varias hipótesis sobre su verdadera identidad, incluyendo la teoría de que es un autorretrato del artista. Esta obra maestra de Da Vinci contiene una serie de innovaciones técnicas como el sfumato y el claroscuro, además de la enigmática sonrisa de la retratada. Incluso, muchos expresan que Leonardo sentía una gran predilección por esta pintura, ya que la llevaba consigo en todos sus viajes.  


Luego regresó a Milán, en donde fue nombrado pintor de la corte de Luis XIII de Francia, quien residía por entonces en esa ciudad italiana. Donde trabajó como pintor e ingeniero. Además, en esta época retomó sus estudios de anatomía, urbanismo, óptica e ingeniería hidráulica.  

Se establecio por tres años en Roma bajo el mecenazgo de Giuliano de Médicis, pariente del Papa León Diez. En ese momento  se alojaba en el Palacio del Belvedere en el Vaticano,  ocupándose fundamentalmente de experimentos científicos y técnicos. La única prohibición que le impuso el Papa para sus estudios en anatomía y fisiología humana fue disecar cadáveres, lo que limitaba considerablemente las investigaciones. 

A la muerte de Giuliano de Medici, aceptó la invitación del Rey Francisco I de Francia para trasladarse a su corte de Fontainebleu, donde se desempeñaría como "Primer Pintor, Ingeniero y Arquitecto del Reino", dedicándose también a realizar estudios arquitectónicos para los castillos reales. El rey de Francia era un incondicional admirador de Leonardo, quien había diseñado para su coronación un asombroso león mecánico, por lo que le proporcionó todas las comodidades y lujos posibles.  
En sus últimos años vivió en el castillo de Cloux, donde murió el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, en brazos del propio Rey de Francia. Fue enterrado en la Iglesia de San Valentín en Amboise.  

En su testamento, dejó todos sus manuscritos, dibujos, instrumentos, libros, ropa y dinero a su alumno favorito, Francesco Melzi. A otro discípulo, Salai, le dejó las pinturas que conservaba en su estudio, incluyendo la "Mona Lisa", que posteriormente fue comprada por el Rey Francisco I.
Tras la muerte de Francesco Melzi, la herencia de Leonardo comenzó a dispersarse entre los herederos del fiel discípulo. Sin embargo, éstos ignoraban la importancia de lo que habían heredado, lo que los llevó a almacenar los dibujos y manuscritos de Leonardo en un desván, regalando o vendiendo muy baratas algunas partes a amigos y coleccionistas.  

Mas allá de que Da Vinci no plasmo en un libro sus diferentes inventos y ramas de trabajos, es indudable que ejercio un gran influjo sobre los contemporáneos. Como amigo de príncipes y estadistas, llegó a conocer también a todos los principales sabios de su tiempo. Es indiscutible que, a través de ellos, se salvaron algunas de sus ideas, que años después contribuirían a promover el nuevo desarrollo de la ciencia.  






Autor: Guido Plaza.
Fuente: http://www.portalplanetasedna.com.ar



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